Hablemos de “Careless people” de Sarah Wynn-Williams
Un memoir con una narradora poco fiable
Hace algunas semanas supe, por BookTok que iba a publicarse un memoir que Meta no quería que se publicara. El libro en cuestión, bien resguardado por la editorial para evitar demandas antes de ver la luz, es “Careless People”, escrito por la autora de Nueva Zelanda, Sarah Wynn-Williams.
Sarah, con una trayectoria como abogada involucrada en política internacional, a través de trabajos en la ONU, cuenta cómo fue que llegó y salió de Facebook, en el periodo entre 2011 y 2018. Es un libro que me dejó pensando muchas cosas y, advierto, habrá un par de spoilers en este proceso. Pero no se preocupen, avisaré dónde empiezan para que puedan decidir si continúan o mejor se alejan lentamente.
¿De qué va Careless people?
Tomando un epígrafe de El gran Gatsby para dar explicación a su título, Sarah nos narra cómo fue que llegó, trabajó y eventualmente, dejó Facebook. Todo es contado desde la primera persona, son los hechos como ella los recuerda. Para iniciar y darnos contexto del tipo de persona que es ella, nos platica en el primer capítulo cómo a los 13 años la atacó un tiburón y casi muere, pero tuvo la fuerza de voluntad necesaria para sobrevivir. Así establece su carácter como una mujer fuerte, que no quiere narrarse como víctima (no anda por la vida contando que sobrevivió a un ataque de tiburón) y se considera a sí misma una mujer que hace las cosas.
Ya con el contexto de quién es, Sarah nos platica cómo vio el crecimiento de Facebook y pensó “ésta es la nueva revolución internacional y quiero ser parte de ella”. Convencida de que al llegar a todo el mundo, Facebook va a requerir alguien que sepa de diplomacia y política internacional, se lanza a hacer un pitch en repetidas ocasiones a la cabeza de Política de Facebook. Si bien la idea de requerir una diplomática de Facebook no vende, tras un año de insistir, Sarah consigue que la contraten. A partir de ahí, Sarah empieza a estar involucrada en conseguirle más visibilidad con los líderes mundiales a Mark Zuckerberg, al tiempo que va viendo cómo lo que ella veía como el bastión de la política internacional empieza a tornarse en un monstruo desalmado que sólo busca generar dinero de formas mega cuestionables.
¿Por qué digo que Sarah es una narradora poco confiable?
Durante más de la mitad del libro, Sarah justifica sus decisiones, incluyendo el quedarse dentro de Facebook a pesar de vivir acoso sexual por parte de su jefe, ver que ser madre trabajadora es muy mal visto hasta por las cabezas femeninas que se venden como bastiones del feminismo, y ver que uno de los directivos de Facebook va a la cárcel sin que a nadie dentro de la organización le importe, con una simple línea: “no tenía otra opción”. Muy al estilo de Andy en The Devil wears Prada, Sarah se posiciona a sí misma como una observadora del caos, sin tener injerencia, a pesar de que en su biografía nos dicen que llegó a ser Directora de Política Internacional y que, durante la narración del libro, nos menciona que supervisaba lo que ocurría en Asia y todo el continente americano.
Tengo el sentimiento muy clavado de que intenta pintarse como víctima de las circunstancias para aplacar su conciencia. Y es que, aunque ella no era la jefa de la división de política, no sólo fue parte del equipo que diseñó las Políticas de Comunidad y vio cambios serios en los Términos y Condiciones del uso de la plataforma, sino que eventualmente llegó a tener su propia asistente personal y un staff a su cargo. Pero estos elementos los minimiza para pintarse como un peón más dentro del caos que es Facebook.
Una cosa que le ayuda a venderse como víctima del sistema es que este libro basa su campaña de publicidad en que Meta demandó a la autora y a su editorial: Sarah tiene prohibido hablar públicamente del libro. No puede hacer toures, dar entrevistas ni nada similar. Eso vende perfecto la idea de que ha venido a contarnos todos los secretos de Facebook para vencer al monstruo, cuando ella fue parte del sistema. Pero lo que más me hace pensar que en realidad escribe para vengarse es el cierre del libro. Aunque eso va en los spoilers.
Cosas que valen la pena del memoir
A ver, tampoco vayan a pensar que odié el libro. Al contrario, me tuvo tremendamente picada: no podía dejar de leer el chisme. Si bien al principio no me compraba la idea que trata de vender Sarah sobre Mark (un geek que no le interesa ni el poder, ni nada fuera del código que está generando para Facebook), creo que nos pinta a unos personajes inclementes y una idea muy difundida sobre los tech bros de Silicon Valley. Quienes dominan el ámbito tecnológico no llegaron por obra y gracia, sino porque ya contaban con conexiones de una u otra forma. El entramado de las relaciones interpersonales que nos plantea Sarah es importante: incluso ella tiene que usar a quienes conoce para abrirse paso y conseguir hacer el pitch de su trabajo para la empresa.
Aparte, saber cómo afectó al staff (no a los altos mandos, sino a los trabajadores de a pie) ver lo que Facebook podía lograr es muy interesante. Sarah habla de casos como el genocidio en Myanmar o las elecciones de 2016 que llevaron a Trump a su primer ciclo presidencial. ¿Qué pensaba la gente del poder que Facebook tenía para cambiar el ambiente político y social? Es algo que “Careless People” nos permite ver.
También comprender la relación de Facebook con el manejo de datos personales, cómo las reglas cambian dependiendo del país porque un país grande como China es importante para mantener el crecimiento de la plataforma. Cómo decidía Mark qué apps comprar y qué pasaba cuando sus iniciativas se iban a pique son detalles que me parecieron muy interesantes. Pero el tejemaneje político me da asco.
Spoiler alert, acá van detalles más concretos
Sheryl Sandberg era la COO de Facebook mientras que Mark es el CEO. Sheryl usó su poder en Facebook para vender su libro Lean In, que buscaba venderse como bastión feminista en el mundo tecnológico. Pero al mismo tiempo, Sheryl también acosaba a sus empleadas y veía mal que alguien dejara la chamba por temas triviales como cuidar a los hijos (“¿cómo no tienes niñera? Busca una filipina, son las más discretas y las que más cosas aceptarán con tal de tener trabajo”).
Sarah trata de pintar a Mark como alguien ingenuo hasta que ocurren las elecciones presidenciales de 2016 y parece cambiar su forma de pensar. De no interesarse en la política y en relacionarse con presidentes, empieza a buscar mejores reuniones, pero siempre a su conveniencia. Mark es en realidad un niño berrinchudo que no quiere juntas antes del mediodía porque se desvela programando, no importa que estemos hablando de presidentes. La imagen de niño genio ingenuo no me la consigo comprar porque desde que Sarah lo conoce se da cuenta de que todo mundo le da gusto, e incluso lo dejan ganar en los juegos de mesa porque cómo no va a ganar. Mark eventualmente se pelea con Obama cuando el presidente le dice que tenga cuidado con lo que Facebook está propiciando en temas políticos, como las elecciones que acaba de ganar Trump, y eso lastima infinitamente su ego.
No sólo eso: Mark está dispuesto a ceder toda la información posible a China con tal de lograr que Facebook entre al país asiático. Además, Facebook hace presentaciones explicando cómo usan la información para entregar anuncios a grupos vulnerables, como menores de edad (13 a 17 años). Un dato curioso: si ustedes le preguntan a un ejecutivo de Facebook, les va a decir que no pueden entregar publicidad a menores de edad. Sin embargo, Sarah nos revela que a un buen postor, claro que se puede. Cuando una chica borra una selfie, se le entrega un anuncio de productos de belleza. Es una conducta de predador si me lo pregutan.
Sarah es testigo de cómo Facebook, al menos los altos mandos, no se interesan por sus empleados. El director de LATAM, un brasileño, acaba en la cárcel y para Mark lo importante es que dicho director está dispuesto a ir a la cárcel antes de “ceder a las presiones del gobierno”. Pero cuando Mark conoce a dicho director en persona, ni lo topa ni le importa cuando le recuerdan quién es. Y a pesar de ello, Sarah está pensando a quién contratar para que se haga cargo de Asia, sabiendo perfectamente que esa persona puede ser encarcelada ya sea por cumplir con los requisitos chinos o por no cumplirlos.
¿Por qué creo que ella es una narradora poco fiable? Porque su estancia en Facebook termina con su despido. A pesar de que en varios momentos piensa que debe renunciar (como cuando casi se muere al dar a luz a su segunda hija, acaba en coma y luego le dan un mal performace review por “estar poco disponible” en ese periodo), se mantiene ahí. Hasta que su jefe acosador, ante la investigación que ella levanta en su contra, la despide. Y es en ese momento que de verdad Sarah “ve toda la maldad dentro de la empresa”.
No me mal entiendan, creo que está de la fruta todo el abuso que vivió, el ambiente laboral de la fregada y todo lo que ve que se propicia dentro de Facebook. Pero también me dejó con el sentimiento de que le ganó el rencor, porque ellos la corrieron antes de que ella pudiera salir. El cómo una y otra vez justifica capítulo tras capítulo todo, diciendo que ella tenía esperanza de ver el cambio, me sabe a bálsamo para ocultar que ella probablemente vio lo mal que estaba todo y aun así se quedó.
Pero dejando de lado que yo siento que lo que le leemos debe ser con un grano de sal, no me queda duda de que Facebook es una corporación malvada. Sin embargo, ¿hay alguna corporación multimillonaria que no lo sea en este capitalismo voraz actual?
El chisme está 10/10, si a ustedes les interesan los temas de cómo funciona por dentro una empresa tan enorme como lo es Meta, vale muchísimo la pena que lo lean.