Cuando H y yo empezamos a platicar, armamos una playlist nuestra. Cada que digo eso mi interlocutor suele decir “awwww” porque piensa que nos mandábamos mensajes a través de canciones de amor o algo así. Sin embargo, no fue el caso. Era una playlist para compartirnos nuestros gustos musicales. No había mayor subtexto: esto me gustó cómo suena, te lo quiero compartir. Hoy en día, casi 4 años después, la lista cuenta con más de 800 canciones y dura más de 60 horas. Sí, claro, hay un par de canciones de amor, pero nada que califique como “nuestra canción”.
Soy una persona muy musical. Mi problema es que también soy propensa a los llamados earworms: música con la que me obsesiono y necesito escuchar en repetición hasta el infinito. A veces es horrible porque mi cerebro decide como mal chiste poner el volumen a tope y ponerme cierta canción en vueltas sin fin a las deshoras de la madrugada. Imaginen despertar de repente con la voz de Zac Efron en su cabeza diciendo “What if we reeeeeeewrite the staaaaaaaaars” no más porque a su cerebro le pareció chistoso. Aunque eso tiene mucho que ver con formas de auto estimulación o stimming que tiene que ver con neurodivergencias, en particular autismo pero eso es tema de otro post. Baste decir que me obsesiono con canciones.
Me obsesiono con canciones porque también me ayudan a entrar en flujo para trabajar, particularmente cuando llevo mucho rato procrastinando: poner la(s) canción(es) obsesión del momento en loop me ayuda a enforcarme en lo que debo sacar. Eso significa que no siempre son por un mood o por cursilería ni nada similar. Y H es bien ecléctico con sus gustos. Para muestra, vean nuestra playlist conjunta.
Recientemente, mi canción obsesión fue un accidente serendipitoso: Electric touch de Taylor Swift con Fall Out Boy. Ahora, no me considero swiftie, pero G no deja de molestarme por ser emo y fan irredenta de Fall Out Boy. Si bien la canción es de ella, sale en uno de sus álbumes regrabados y es catalogada como “from the vault”, me intrigó ver cómo entraba la banda en este arreglo.
Me gustó cómo sonaba (así empiezan todas mis obsesiones: por el ritmo y por cómo suena) y luego le puse atención a la letra.
I’m trying hard not to look like I’m trying
‘Cause every time I tried hard for love, it fell apart
I’ve gotten used to no one calling my phone
I’ve grown accustomed to sleeping alone
Still, I know all it takes is to get it right just one time
Me remitió de inmediato a cómo me sentí al inicio de conocer a H. Imaginen la escena: un conocido en común armó un chat de WhatsApp donde nos dijo “Vane te presento a H; H, te presento a Vane y como soy bien malo para esto ya me voy” y se salió. Era pleno 2020, en el encierro por la pandemia de COVID-19 y ahí estaba yo con un nombre y una foto de perfil en mi WhatsApp.
Ambos estábamos en un punto similar: después de una relación que nos sacudió mucho, llevábamos un rato solteros. Ninguno de los dos buscaba nada y de hecho, cuando el conocido en cuestión nos llegó a decir “te quiero presentar a alguien” ambos dijimos “ahorita no, joven, gracias”. Claro que nos ignoró y nos aventó a un chat conjunto.
H y yo nos pasamos tres meses platicando antes de atrevernos a vernos. Era el lockdown por COVID y ambos estábamos cuidando mucho no contagiarnos no sólo por nosotros, sino por nuestros padres. Así que vernos no sólo traía el nervio de una primera cita sino el miedo de la pandemia.
La canción de Taylor me recordó esos nervios de “esta persona me interesa pero no sé si me quiero lanzar de lleno”.
Hace poco mi hermana me preguntó que cuál es nuestra canción (de H y mía, pues) y le dije “no tenemos”. Mi hermana empezó a pensar en opciones, incluyendo una que me gusta mucho porque la letra me encanta pero es una banda que no le fascina a H.
¿Es malo que no tengamos una canción? No lo creo. Pero ahora sí me pregunta ¿qué canción nos definiría? Y me parece que tengo canciones para los diferentes momentos de nuestra relación a lo largo de estos casi 4 años de conocernos.
Ustedes, ¿tienen una canción especial con su pareja?